La historia de esta entidad tiene un vínculo estrecho con la creación del planeta, es quien en la jerarquía de los Orishas ostenta mayor autoridad, personifica la creación del hombre ordenada por Odolumare. A Obbatalá le otorgan la perrogativa de haber procreado a todos los Orishas y creado a la raza humana.
Dicen los patakis que cuando Odolumare descendío al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obbatalá, estando ya en el mundo Odolumare le dío un puñado de tierra, un caracol el cual significa la regeneración de la vida; una gallina cinqueña (de cinco patas), que representa el vehículo que conduce a las almas de un plano a otro, y en sus cinco patas la unión del plano celestial con el material; y una nuez de palma, signo que alude a la victoria, ascensión y regeneración.
Con ello se hizo la transformación y así nació la tierra de Ifé, en Nigeria que es considerada la cuna de la humanidad, en esta tierra Obbatalá sembró su nuez de palma para dar inicio a la creación vegetal.
Reconstruyo al hombre ya que habia sido hecho con un solo ojo y Obbatalá le puso los 2 ojos en la cabeza, resolviendo los problemas causados por los enviados anteriores. También se le dio el poder de asignarle rango a los demás Orichas.
Obbatalá es un Orisha humilde y sabio, es el unico que conoce el camino para llegar a la morada de Odolumare su padre. El es designado para gobernar el planeta como su rey unico con su naturaleza que encarna la justicia y la razón.
Es también el dios del hogar, y a él se le pide cuando no se tiene vivienda propia. Tiene veintiún caminos o avatares que lo representan. La palabra "obba", en yoruba, significa "rey poderoso" y "talá" significa "justicia, protección, extensión o expansión". De esta manera, unidos ambos vocablos expresan "dios poderoso de todos los santos".
Obbatalá se sincretiza con San Jose, Jesús Crucificado, Santa Lucia, Santa Eduviges y La Virgen de las Mercedes.
Alabanza para Obbatalá.
Gran Orisha, padre y madre, hombre y mujer, creador del mundo y de todos, los buenos y malos. Rey y reyna divino dueño de la pureza y de todo lo que lo habita. Protector mío y de las cosas buenas. Salve, Padre Nuestro, divino y misericordioso, salve.